El diseño central de esta vivienda se basa en una forma en ‘L’, que organiza las habitaciones y genera áreas diáfanas que se conectan con el entorno exterior. A pesar de ser espacios distintos, la amplitud y fluidez son esenciales para este proyecto, permitiendo una fusión armónica entre interiores y exteriores. Esta fusión se acentúa en la zona diurna, donde el espacio principal se abre al exterior y alberga un área acuática, mientras que un amplio comedor ocupa un lugar secundario. La piscina exterior, de tonalidad oscura, contrasta con la vivienda y refleja el cielo, acompañada por un drago centenario en la parcela.